Quisiera entenderme,
encontrarme el código, descifrarme,
encontrarme el código, descifrarme,
Pero si lo hiciera completamente todo
sería tan aburrido.
Me saturo pronto, del ruido; y voy a buscar soledad.
Me aparto.
Me aparto.
Me asfixian las multitudes aunque a ratos
las disfrute.
Mi propio escándalo me cansa.
Entonces me reservo.
Cuando me he hartado lo suficiente de mi
silencio,
entonces me aventuro de nuevo.
He ido desaprendiendo muchas cosas.
De niña sabía que para conseguir algo
bastaba con esperar la primera estrella y pedir el deseo.
No sé cuando olvidé como hacerlo. Es una pena.
bastaba con esperar la primera estrella y pedir el deseo.
No sé cuando olvidé como hacerlo. Es una pena.
También le he perdido el miedo a muchas
cosas,
al Coco y a mi cuerpo, por ejemplo,
a mi propio sentir.
al Coco y a mi cuerpo,
a mi propio sentir.
Me encuentro a veces llena de
contradicciones,
necesito a la gente, su contacto,
pero si se acercan mucho, me alejo.
No me gusta que se identifiquen en exceso,
ni identificarme,
ni identificarme,
y se pierdan esas oxigenadas y
vitales diferencias
donde debemos vincularnos.
donde debemos vincularnos.
Me molesta que alguien diga una idea
ó cuente una anécdota,
como si fuera propia, sin señalar el autor o el
personaje.
Me parece un ultraje robar el pensamiento.
como si fuera propia,
Me parece un ultraje robar el pensamiento.
Aún a veces, el estilo.
Sin embargo no le temo a las abejas y
tampoco a las avispas.
Puedo ser un manantial de Luz cuando lo
quiero,
pero si me derramo, me vacío.
No sé como dejar de desbordarme, guardar
una reserva.
Huraña, quisquillosa, hosca, entonces
gruño,
me pongo en posición fetal para arrullarme.
Eso me acerca a mí, me reconforta.
Descubrí que sueño más profundo en las
alturas,
cuando subo a un avión, me desvanezco. Que
ligereza.
Cuando abandone "aquí", quiero
"ahí", en las alturas.
Seguro que por eso ahí vive
Dios.
He perdonado un montón de historias
inconclusas.
Me hace gracia quien puede pensar que las
historias terminan,
como los suicidas, que creen que la
vida se acaba.
Aprietan el gatillo y cambian de escenario.
Nada termina, todo re comienza.
Cuando no sea "acá", será
"allá".
Dejaré en paz el truco de la estrella
y el deseo,
voy a aprender a pedirme a mí misma lo que
necesito.
A eso le llaman unos "rezar".
Resulta que hay quien medita con audios,
el sonido del ruiseñor, el soplo del
viento, el mar.
Quizá lleguen a inventar una experiencia
virtual
de probar un chocolate o dar un beso.
A mí me gusta comerme pedazos de vida
real,
aunque me tome más tiempo.
Caperucita Loba, Bitácoras de Vuelo.
Autor Desconocido. |
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