Al indiferente, todo mi peso, mi rigor y mi chasquido.
Mi apretar de
dientes, mi puño, mi látigo y mi grito.
Al indiferente, mi
furia compasiva,
mi perdón y mi
indulgencia.
Cargan su muerto
en cuerpo vivo.
Al indiferente,
ni un minuto de
tiempo
ni una gota de mi
maniantal
ni la flama de mi
luz.
Anda, que a los
muertos ya no los levanta nadie.Caperucita Loba, Bitácoras de Vuelo.
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