Entre
las mil y un caras de la falsa bondad,
Honro
la furia.
Su
pureza y transparencia,
Su
naturalidad, su instinto.
Restituir
el valor de cada emoción,
Por
su divino propósito, por su derecho a existir.
La
furia, como energía que transmuta miedo y debilidad,
Como
fuerza activadora, como impulso.
Encuentro
más honestidad en un grito,
Que
en cientos de súplicas y ruegos que aprisionan,
Que
no liberan, que no des-atan.
Ser
una furiosa gota llena de vida
Que
todo un océano de tibieza.
Elijo las espinas de una rosa,
Que
el necesitado “sálvame” de otras flores.
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