se
prende fuego en mi cabeza y me sale humo negro por la nuca. Los
cabellos se me incendian. Y empiezo a correr en círculos tras mí misma buscando
apagarme.
Voy a
cumplir 40 años y sigo cometiendo los mismos errores que a los 16. Me muerdo la
lengua al comer, podría dejar el tabaco, decir si cuando es si y no cuando es
no. Sigo poniéndome a dieta, como si no supiera que cuando estoy a dieta me
quiero comer los chocolates a escondidas y cuando no lo estoy me como una manzana.
Tengo
una cicatriz en el vientre por donde nacieron tres niños. Es tan delgada como
una hoja de papel. Algunas mujeres por puro gusto la vuelven a abrir para
borrarla, sin que salgan niños ni placentas. Yo no encuentro nada malo en mi
delgada cicatriz. No me avergüenza la vida.
Tengo
un par de amigas sordas que me recuerdan a mí. Yo también jugué un día a
taparme los oídos.
He
recibido todas las evidencias de que yo no hago nada. No pedí venir a esta fiesta
y me ha gustado mucho este planeta. A pesar de ello, a veces dudo. Entonces
quiero ser perfecta, controlarlo todo. Puedo llorar en el espejo por cualquier bobada,
porque no me gusto, que me caigo mal por eso, por cojonuda y porque no me sale,
igual que cuando no me salía la resta.
Sueño
con extraterrestres que me hablan y me cantan canciones de cuna. Dicen que
todavía no sé nada y me reducen a un bebé. Me siento pequeñita, tal vez por eso
lloro. Ellos son grandes y me mantienen humilde. Constantemente me invitan a
volar. Me llaman: ¡Ven, vuela! Pero veo mi cuerpo dormido en la cama y siento
miedo. Y me quedo. ¿Cuántas oportunidades he perdido por miedo? Pienso
resolverlo con un carrete de hilo invisible. Me lo ato al pié y regreso para
mandar todos mis miedos a la mierda. Porque cuando lo hago, dejo de pensar que
hay un problema, como si para crecer necesitara de un conflicto, donde sólo al
resolverlo existo. Por eso los extraterrestres me traen pañales. Ellos no
quieren mujeres con problemas. Quieren personas que puedan ocuparse de algo más
que de su estúpida dieta.
Les
he dicho que me tengan paciencia, que no me queda duda alguna de que si me
vuelven a pasar la cuchilla por el vientre una vez más, en vez de un niño, me
saldrán estrellas.
Caperucita Loba, Visiones alrededor del Fuego.
Imagen de Eugenia Loli. |
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